El cambio no se va a detener.
La transformación digital es ya el presente y el rechazo al cambio no es una opción, si no queremos quedarnos fuera del mundo.
En esta carrera sin meta en la que estamos, la transformación nos obliga a entender, a un ritmo imparable, conceptos nuevos que nos hacen cambiar constantemente de paradigma. Lo que sabemos ya es obsoleto. Lo que supimos está en el medievo. La adaptación al cambio permanente es la máxima y, de ahora en adelante, es el patrón. Estar actualizado es imprescindible para no tirar la toalla. Hemos pasado del “pienso, luego existo” de Descartes, al “sé, luego soy (o estoy)” impuesto por la revolución tecnológica.
Hasta qué punto la conversión tecnológica (a la que parece nos empuja irremediablemente el sistema) no es algo controlado por intereses económicos, es algo irrelevante. Ya no es excusa para no aceptar las reglas, el riesgo es demasiado alto.
Los que no somos millennials nos mostramos reacios a este frenético cambio. No somos nativos, nuestra formación se basó en la comprensión y asunción del conocimiento a través del estudio y la posterior experiencia. Aprendizaje y rapidez no son términos compatibles. La vivencia es nuestro modelo y, en ese modelo, la relación con el otro es parte indivisible de la ecuación, también el la transformación digital.
Es en este escenario en el que, quienes ayudamos a otros a dar el salto digital, jugamos un papel fundamental. El reto está en lograr la inclusión de todos aquellos a los que damos soporte. El entendimiento de la tecnología lo realizamos personas y el proceso para los “aprendices” debe estar basado en el modelo que conocemos, de lo contrario corremos el riesgo de deshumanizar lo único que aún no depende de máquinas: el entendimiento y empatía del otro, en su sentido más amplio, para que asuma la necesidad del cambio de manera pausada y digerible. La transición guiada por personas, como proceso de iniciación en un profundo cambio que lo convertirá en una persona diferente a la que era y sea capaz de adaptarse a su nuevo entorno con la confianza de que, lo que sabe, sigue siendo la base que le permite crecer.
Si está pensando en adaptarse a los tiempos procediendo a digitalizar parte o todos sus procesos, acuda a personas que sepan mucho de la tecnología más vanguardista pero, no olvide que, si no son capaces de hablar en su lenguaje, es probable que no le ayuden a conseguir el cambio.
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